La muerte del arte (bajo una montaña de basura IA)

La muerte del arte (bajo una montaña de basura IA)

Hace unos días, la entidad que había convocado un concurso literario en el que participé envió un comunicado diciendo que tenía que cancelarlo. El motivo era que el volumen de relatos recibidos en esta ocasión era demasiado como para poder gestionarlo. Era una asociación pequeña, sin los medios para leer y valorar tal cantidad de material, decía el mensaje.

Y lo sentían mucho, pero se acabó.

No creo que sean los únicos que tengan que tomar esta decisión y el motivo de que no pudieran hacer frente a los textos es imaginable, aunque no lo comentaran.

La gente está usando ChatGPT para generar toneladas de basura derivativa y mediocre, con la que están saturando los concursos y haciendo que estos pierdan su sentido y no merezcan ya la pena. Igual que se está inundando la red de textos e imágenes hechas con IA, hasta el punto de que no sabes si, cuando buscas, dichas imágenes son reales o no, arriesgándote a perpetuar falsedades. Y aunque lo sepas, el volumen de porquería generada hace imposible encontrar lo que buscas.

Lo mismo pasa con el contenido web, que se estima que, en apenas un año, o año y poco, será cochambre IA en más de un 80%.

Los que saben (de verdad) sobre el tema ya lo advirtieron.

La (mal) llamada IA actual de modelos masivos de lenguaje solo servirá para pisar a fondo el acelerador de la enshittification de Internet, del proceso que la está convirtiendo en mierda hasta el punto de hacerla inservible.

Las redes no son más que bots contestando entre sí, desplazando a las personas, acelerando la teoría de Internet muerta y enlazando a timos, noticias falsas o productos basura. Está bien, que mueran las redes sociales y volvamos a salir a la calle, nunca trajeron nada bueno.

Las imágenes y vídeos son falsos, los textos que devuelven las búsquedas son inservibles y erróneos (por las llamadas alucinaciones, una característica inevitable en estos modelos de lenguaje, por mucho que se mejoren). Hace mucho ya que los contenidos de la red no están escritos por sabios o locos apasionados del tema, que necesitaban compartir lo que descubrían tras una dedicación profunda, como pasaba en los tiempos pioneros de Internet.

Cada vez hay menos de esos y los que están son invisibles bajo la montaña de contenidos «optimizados para SEO», cuyo único objetivo es monetizar y ordeñar el último céntimo como sea, aunque eso destruya el lugar.

Amazon Kindle ha puesto un límite de publicación de 3 títulos diarios para intentar contener los «libros» hechos con ChatGPT, que se están multiplicando exponencialmente y enterrando a los escritos por humanos, hasta que estos apenas sean una gota en el mar.

Tres libros diarios… Todo autor sabe bien que eso es lo que escribe cada día.

Lo de este concurso literario cancelado no es único y, los que participamos de vez en cuando, hemos podido ver el cambio de tendencia desde hace tiempo. Certámenes que en convocatorias anteriores tuvieron alrededor de 200 participantes, tienen en las actuales más de 2700. O más de 49000 en el caso de un concurso de microrrelatos en el que también se me ocurrió entrar.

La gente está haciendo clic y enviando, haciendo clic y enviando, a ver si toca, porque no tiene un coste aparente hacerlo y, obviamente, no les importa la escritura. Piensan que, si no lo hacen ellos, lo harán otros de todas formas, así que ellos también lo hacen.

Es más, lo generado por IA no tiene derechos de autor, algo que parece escapársele a casi todos.

No lo ha creado la persona del clic, sino una máquina. Las primeras sentencias judiciales lo han dejado claro. Eso contraviene las bases de todo certamen literario o artístico, pues debes tener los derechos de lo que presentas. Pero casi nadie lo sabe y, si usas IA para esto, está claro que no te importa el arte, ni nada más allá de tu ombligo. Incluso aunque se especifique en las bases que no se permite lo escrito con o por modelos de lenguaje, como algunos están haciendo ya, no importa.

Lo enviarán igual, pensando que a ver cómo lo distingues con seguridad.

El problema tampoco es si esos relatos son «buenos» o no, está bastante claro que, a día de hoy al menos, adolecen de calidad para cualquiera que haya leído más de tres libros, igual que las imágenes generadas de esa manera. El problema, como en el resto de contextos artísticos o de contenido, es que hay tanto volumen, que la montaña de basura satura y destruye como un cáncer que crece sin control.

La enshittification ya rebosa su mierda más allá del arte y la red, e inunda la educación, por ejemplo, donde no merece la pena aprender nada, sino pegar lo que diga ChatGPT para aprobar el curso. O también afecta a la investigación científica y académica, donde más y más estudios copian y pegan sin mirar lo que diga la máquina. Se está empezando a comprobar esto porque ni esos «científicos» y «académicos» se molestan en leer lo generado. Así, en estudios y papers se están encontrando cada vez más frases del estilo: «Como modelo de lenguaje…» o «Mi conocimiento entrenado hasta la fecha tal dice que…».

Alucinante.

Y todo eso, sin contar las toneladas de agua gastadas en la generación de porquería inservible, ruido, estafas y chorradas, que es para lo que está sirviendo ahora mismo. Porque uno de los sucios secretos de los modelos de lenguaje masivos es el enorme desastre climático que las empresas tecnológicas tratan de ocultar a toda costa (junto a las implicaciones éticas de que son, básicamente, la historia más vieja del mundo: un robo del trabajo de muchos para que cuatro personas horribles se lucren).

Lo que le ocurre a escritores, ilustradores y pintores también está empezando a extenderse a músicos, actores, dobladores, guionistas, modelos, fotógrafos, videógrafos, creadores de videojuegos, diseñadores, presentadores y actores… Los de siempre están salivando ante la posibilidad de no necesitar en un futuro cercano camareros, ni operarios o trabajadores de ninguna clase, aunque eso haga que la experiencia sea una mierda.

La clave es que tragues y te conformes a base de saturarte con eso, de que no haya alternativa, de que creas que es lo único que existe y ya no recuerdes cómo era antes. Total, les ha funcionado ya con otras cosas.

Hace poco, los programadores e informáticos se encogían de hombros, seguros de que su creación no los destruiría… y diciendo que más vale que hubiéramos aprendido a escribir código, en vez de a escribir a secas.

Pero hace apenas unos días, se presentó una IA que programa software de principio a fin, se llama Devin y, de repente, esos ingenieros también ponen el grito en el cielo.

Las cosas me dan igual hasta que me tocan a mí, entonces son lo más importante y: «Todos deberíamos hacer algo, ¿no? Porque es una injusticia (ahora que la mierda ha llegado a mi puerta)».

Otra vez la historia más vieja del mundo y no sé cómo terminará, nadie lo sabe.

Estos modelos de lenguaje tienen unos problemas intrínsecos en su funcionamiento que no me da a mí (y tampoco a muchos que saben de verdad de lo que hablan) que se puedan superar, aunque nada es seguro. De hecho, algunos de esos escenarios terminan inevitablemente con modelos inservibles en el tiempo, por el propio efecto de enshittification que están produciendo, de manera que están plantando hoy el veneno que les matará mañana.

En cuanto a la gente y la escritura, pues tampoco sé lo que pasará.

Imagino que habrá aldeas galas de personas que no querrán saber nada de lo hecho por o con IA. Porque eso no es arte y, además, es porquería en fondo y forma, que no aporta ni sirve para nada, excepto para consumir y olvidar, generar ruido y subir más la temperatura del planeta.

Yo viviré en una de esas aldeas neoluditas.

Seremos una minoría que buscará a otras personas que aún quieran sentir y hacer arte a pesar de todo, y seguramente ni siquiera resistamos mucho tiempo. Los que leíamos o dibujábamos siempre fuimos pocos en el patio del colegio.

En cuanto a lo que hará la mayoría, pues tampoco ni idea.

Ya que todo el mundo tiene una opinión, la mía es que no creo que ese escenario de aldea gala resistente se generalice, ni mucho menos. El arte, a pesar de ser lo más importante, no importa mucho y todo esto pasa por debajo del radar de la mayoría. Lo desconoce o, simplemente, andamos preocupados por mil cosas: «Así que no me marees con algo tan extraño y freak».

Es verdad que hay un cierto conato de rechazo y cambio de marea en las últimas semanas frente a la IA, pero no creo que esa chispa prenda ninguna Jihad Butleriana.

Anuncio de la Jihad Butleriana de Dune, Frank Herbert

Los mandamases de Midjourney, por ejemplo, están perdiendo los nervios y mostrando tendencias casi psicopáticas con sus mensajes en las redes, ante la recepción de reacciones muy negativas.

También, por la que se les viene encima, están cambiando subrepticiamente sus términos y condiciones para intentar descargar la responsabilidad judicial de su robo en los usuarios que usan su herramienta, mientras estos ignoran los cambios. Y además, bloquean preventivamente a los artistas que roban, negando en público que los hayan usado para entrenar, mientras se filtran los chats privados que lo reconocen… y también lo poco que les importa.

El reciente anuncio de OpenAI en el Festival SXSW, y que decía en esencia que, o te subes a la IA (y les pagas) o te aplastará, fue abucheado sin misericordia. Sus mandamases muestran en entrevistas que no tienen ni cuatro neuronas funcionales y no comprenden lo más básico de la experiencia humana.

Tampoco entienden la ética, ni son capaces de decir claramente en qué beneficiará su tecnología de modelos de lenguaje cuando les entrevista alguien que no es un palmero y entiende mínimamente del tema.

También balbucean cuando les preguntan sobre cuáles son sus casos de uso real en el día a día, aparte de enshittificar, volver todo mediocre, aumentar la escala de las estafas por mil y destruir más rápido el planeta y el arte.

Y queda ver el resultado de la enorme cantidad de demandas que están comenzando a afrontar.

De hecho, la actitud reciente de Midjourney y OpenAI, con silencios, balbuceos y caras como la de CTO de esta última en una vergonzante entrevista, deja claro que no lo tienen nada claro… Y que cómo es posible que gente tan inepta esté donde está.

La CTO de OpenAI sin responder a lo que se le pregunta

Es probable que los cuatro que dominan todo nos acostumbren a la mediocridad y les salgan las cuentas. Empresas de animación, videojuegos y entretenimiento están despidiendo a mucha gente estos días, porque prevén rellenar el hueco con IA. Al fin y al cabo, las series más vistas, y muchas de las películas más taquilleras, como las de Marvel, ya parecían hechas por un algoritmo que remezcla los peores tópicos y aplasta cualquier originalidad. Igual que muchos libros superventas, no nos engañemos creyendo que los que escribimos o leemos somos «mejores».

También hay una posibilidad no desdeñable de que la jugada les salga mal, que el cálculo de beneficios y los signos del dólar en las pupilas se vuelva contra ellos. Estaría bien, pero no sé, el mundo no tiende a repartir demasiada justicia y de verdad que nadie sabe lo que sucederá, especialmente esos que sí afirman saberlo con rotundidad.

Lo único que tengo claro es que conmigo no cuenten, me da igual lo quijotesco que parezca.

Incluso en el probable escenario de que la IA actual haya llegado, o ya roce, a lo que se llama el pico del ciclo de sobreexpectación de Gartner, de modo que tras él llegue el «invierno», el daño al arte y la credibilidad ya está hecho.

Aunque los modelos de lenguaje queden como una curiosidad inútil a medio plazo a pesar del bombo, como pasó con las criptos, sus efectos nocivos seguirán y la cantidad de basura generada será imposible de limpiar.

De todos modos, y como ya comenté cuando hablaba de escribir en tiempos de IA, no importa lo que pase a la hora de qué hacer o no hacer. Quien escribe, pinta o compone, quien crea arte y quien crea en general, espero que lo siga haciendo.

Es cierto que, como en el caso de los concursos que han perdido su sentido, muchos se plantearán que para qué dedicarse a explorar el arte y dedicar media vida. Su esfuerzo será trabajar gratis, que se robe para lucro, alimentar a la bestia y que te copien de forma mediocre con un clic.

Pero quien se dedica a la creación, sabe que lo hace porque no se quiere ir de aquí con su canción dentro.

Porque no puede parar.


P.D. Como curiosidad, un día después del comunicado de cancelación de concurso, me llegó un mensaje de otro certamen. No había ganado (tampoco lo esperaba) pero algunos miembros del jurado votaron y pujaron por mí, y quisieron hacérmelo saber. Se lo agradezco de veras.