¿Con qué palabras regresar? Eso me he preguntado durante los últimos días, qué queda por decir tras casi 22 años.
Lo cierto es que mucho, probablemente todo, porque lo importante no se deja de reaprender. Se escucha o se lee de nuevo y resuena de una manera diferente a la primera, puliendo otra arista, produciendo un extraño clic que encaja algo dentro de nosotros e inicia otra chispa.
¿Con qué palabras regresar? Con las de un genio como David Bowie es lo más fácil, pero también lo más adecuado, porque expresan mucho mejor que yo una de las premisas más importantes que he intentado transmitir todo este tiempo, el hecho de que crear es un espacio de libertad, uno de los pocos que quedan.
Pero en demasiadas ocasiones, corremos también enseguida a rendir esa plaza y cambiar la libertad por monedas que se doblan al morderlas.
Creo que es terriblemente peligroso para un artista cumplir las expectativas de los demás…
Así comienza una de sus respuestas en una entrevista.
Creo que, generalmente, realiza su peor trabajo cuando hace eso. […] Recuerda siempre que la razón por la que empezaste a trabajar era que había algo dentro de ti que sentiste que, si podías manifestar de alguna manera, te permitiría entender más sobre ti mismo y sobre cómo coexistes con el resto de la sociedad.
La vida parece en demasiadas ocasiones una broma de mal gusto y en otras un misterio que no sabes de qué está hecho, pero de alguna manera, a través del acto creativo, puedes descubrir un poco más sobre ella y sobre ti.
Creo que, gran parte de por qué los días parecen como parecen y alienan como alienan es porque lo cotidiano asfixia esa parte creativa, robándole el tiempo y la energía, reprimiendo ese impulso como quien sofoca un fuego hasta que se le acaba el oxígeno.
Y si no consigue robarnos todos los minutos y alientos, entonces nos carga con el yugo de las expectativas. Las de hacer algo que guste, algo que venda, algo que encaje en lo que se espera de nosotros. O bien en la expectativa de la productividad constante, de la infame «tiranía del contenido» por la que, en cuanto pare la cadena de producción, perderás esa atención que han convertido en lo más frágil y caprichoso del mundo.
Sin embargo, Bowie siempre tendrá razón y crear desde la expectativa y la presión hace aflorar el peor trabajo del artista. Ese trabajo no tiene que ver con lo que más guste a otros, de hecho, nada más común que la mediocridad entre lo más visto y vendido.
Pienso que hay que crear por ese impulso interior y no esa expectativa exterior y ya sé lo difícil, lo imposible que es. Por eso también recordarlo a menudo y que nunca se olvide, recordarlo de diferentes formas y darnos cuenta de que los mejores lo dijeron siempre de distintas maneras.
Por algo será.