El 22 de marzo de 1997, la agencia Reuters informaba de una encuesta encargada por el U.S. News and World Report magazine. En ella se preguntaba a la gente si creía en el cielo y un 67% dijo que sí.
A ese porcentaje se le preguntó entonces si creían que la Madre Teresa de Calcuta, recién fallecida, iría a ese cielo. Un rotundo 79% dijo que sí.
Me resulta difícil pensar que, para un cristiano, haya una figura más respetada que la Madre Teresa. Sin embargo, otro personaje la superó, un personaje más pío, bondadoso y entregado que ella y que, en el 87% de los casos, los encuestados pensaban que iría al cielo.
¿Quién era ese increíble dechado de virtudes?
Ellos mismos.
Los encuestados pensaban que merecían mucho más ir al cielo que la Madre Teresa, Michael Jordan y otros que habían hecho grandes cosas.
Esto, que puede parecer risible cuando lo ves desde fuera, es lo que hacemos todos sin excepción cada día de nuestras vidas. Estamos ciegos ante muchas cosas y gritamos todo el rato que vemos claramente.
Por supuesto, la ceguera de los demás la vemos tan limpia como el cielo de verano, pero nos defendemos como gatos panza arriba si nos señalan la nuestra. La psicología, encantada de nombrar las cosas de manera muy resabiada, lo llama «sesgo cognitivo del punto ciego». Mi madre lo llamaba «ver sólo la paja en el ojo ajeno». Es humano y nadie se libra.
Así que si uno cree que esa encuesta daba esos resultados porque eran cristianos, porque eran americanos, porque eran tontos o por cualquier otra cosa que no sea: «porque somos humanos», entonces, enhorabuena. Está mostrando el sesgo del punto ciego en todo su esplendor.
El 80% de conductores cree que está por encima de la media en cuanto a habilidad de conducción. Obviamente esto es una imposibilidad matemática, pero no pasa nada, porque las matemáticas no tienen ni idea.
Cuando lo dices, todo el mundo piensa automáticamente que ellos sí están por encima de la media. Mientras tanto, los demás conductores, como bien sabían de antemano, son idiotas por dar esa respuesta y por provocar esas imposibilidades.
Lo mismo se ha demostrado cuando nos pensamos más inteligentes o empáticos que la media. Casi todo el mundo en las encuestas cree que está algo por encima, pero de nuevo eso es imposible.
Sin embargo, nos negamos a pensar que estamos cayendo en el punto ciego, y es normal, al fin y al cabo no implica que veamos mal, sino que no vemos.
¿Para qué sirve saber esto?
A lo mejor para pararnos un segundo en ciertas situaciones y preguntarnos si estamos siendo afectados (que sí lo estamos, en todo o en parte). El hecho de hacer consciente un proceso inconsciente, puede aflojar la tenaza que tiene sobre nosotros.
¿Conclusión?
Con esto a lo mejor somos un poco más libres, pero claro, la libertad nunca fue fácil.
Para empezar, el refrán: «En el mundo de los ciegos el tuerto es el rey», falla en este caso. Si reconocemos errores y somos menos ciegos, no nos ponen una corona, sino el capirote de los tontos.
Cuando uno mira la política, ve esto en la práctica. Los radicales, los que repiten consignas idiotas como loros, se acaban imponiendo. Los que no quieren ver, votan lo mismo pase lo que pase.
Sin embargo, el que reconoce errores o está abierto a pensar que quizá se equivoca, acaba crucificado o pierde poder.
Supongo que es que el poder y la verdad nunca hicieron buenas migas. Desde un sentido cien por cien práctico, ser menos ciego puede ser hasta dañino. Estás reconociendo equivocaciones y debilidades en un contexto donde casi nadie lo hará, así que es posible que sólo consigas perder terreno.
Obtendremos menos cosas en la práctica y casi todo estará copado por idiotas ciegos.
Una pena, lo sé, pero en mi opinión, da igual.
Engañarse menos tiene un valor poderoso en sí mismo, aunque no sea práctico, aunque casi nadie nos lo vaya a reconocer, aunque bajemos peldaños en favor de otros que empujan intentando conseguir lo nuestro.
Si alguna gente no entiende ese valor no práctico en sí mismo, entonces no merece la pena explicárselo.
No creo que llegue el día en que seamos de otra manera, este sesgo nos seguirá afectando a todos y lo seguiremos negando. Y es que estamos ciegos y creemos que iremos al cielo.