Las habilidades imprescindibles del escritor

Las habilidades imprescindibles del escritor

Si me preguntan hoy por la escritura, mis respuestas son muy diferentes a las de ayer.

Si me preguntan qué creo que es más importante a la hora de ser escritor, no hablaría de cosas que tienen que ver con el arte o la técnica, porque cada uno tiene su estilo y sus filias y fobias, sus géneros preferidos y neuras intrasferibles, así que poco se puede decir sobre todos esos aspectos.

Pero sí creo que hacen falta tres cosas fundamentales sin importar si eres poeta, cuentista o de ensayo.

La primera es la capacidad de gestionar, aceptar y convivir con el fracaso y la negativa, porque son lo más común en el camino.

Y no importa lo cínicos que seamos o lo mucho que digamos que no nos afecta, porque lo hace y mucho, desmoraliza de una manera especial y el constante río de noes nos puede arrastrar a un punto en el que, de repente, nos levantamos y hace meses que no escribimos, porque para qué. Nadie parece querer escuchar lo que tenemos que decir y es normal, lo más común, el pan de cada día.

Por eso creo que es importante centrarse en lo que quieres decir y no en lo que quieran escuchar. La necesidad de expresión es natural al ser humano, la necesidad de ser escuchado es natural al ego. No podremos librarnos de que duela una negativa de ese editor, de ese concurso, de ese silencio ante lo que publicamos o esa reseña traicionera con una estrella solitaria. No tengo antídoto contra eso porque no existe y el verdadero juego no es que no nos duela, es que no nos descarrile. Es que, a pesar de todo, sigamos escribiendo.

Pero eso no basta y aquí entra el peligro de escribir y escribir, pero hacerlo hacia ninguna parte. Porque lo siguiente más importante es la habilidad de terminar. Si no, nos convertimos en la peor clase de escritor, el más arrepentido, porque todo lo que podemos ofrecer son manuscritos a medias.

La misión, de nuevo, no es hacerlo «bien», es hacerlo como sea.

Hay que llegar al punto final aunque sea arrastrándose y luego ya arreglaremos todo el destrozo que hemos dejado por el camino, porque escribir es reescribir.

Por último, la habilidad más difícil, al menos para mí, es la de no ser demasiado duros con nosotros mismos, porque no hace falta, bastante lo será todo lo que nos rodea en este ámbito, ya que nos hemos metido en la jungla más difícil.

Que un escritor es su peor enemigo es algo que descubres enseguida, y la capacidad de no estar nunca satisfecho con lo que escribes es fundamental si no quieres parecerte a esos que odias. Nunca debes estarlo del todo, ni siquiera cuando lo envíes o publiques, pero escribir es caminar por líneas muy finas todo el rato y la que separa la autocrítica del daño es muy delgada y roja.

Y sí, claro que lo sé, que como ocurre con todo lo importante, estas son cosas mucho más sencillas de decir que de hacer, pero la escritura sólo le parece fácil a aquellos que nunca se han sentado con ella.