¿Cuál es la ocupación del artista? ¿A qué se dedica todo el día y cómo definir lo que hace?
Obviamente, a lo que se encomienda en primer lugar es a navegar lo cotidiano y sobrevivir la precariedad, si es que se creyó el cuento de seguir sus sueños o el de la bohemia y el arte. Y cuando puede sentarse un rato a ejercer en medio de las obligaciones, el compositor John Cage resumió el trabajo que se hace en ese instante de una forma que no deja duda sobre en qué consiste la verdadera labor.
Por poner en contexto, Cage era discípulo del compositor austriaco Arnold Schoenberg, que huyó de la Alemania nazi a Los Ángeles y, en una conferencia, relató esta conversación que tuvieron maestro y aprendiz.
Tras haber estudiado con él durante dos años, Schoenberg me dijo: ‘Para escribir música, debes tener un sentido de la armonía.’ Pero yo le expliqué que no tenía sentido de la armonía. Luego dijo que siempre encontraría un obstáculo, que sería como si me encontrara con una pared que no podría atravesar. Y a eso repliqué: ‘En ese caso, dedicaré mi vida a golpearme la cabeza contra esa pared.’
Lo cual creo que define muy bien cuál es la ocupación del artista, ser un cabezota que se da cabezazos con esa pared ante él, para llegar más allá. Acercarse a la frontera de lo que sabe hacer y tratar de derribarla como sea, creyendo que lo que busca siempre está al otro lado.
Si estamos escribiendo bien (y en realidad me da igual el verbo que defina a nuestro arte, porque lo mismo es pintar, cantar, esculpir o crear en general), estaremos dándonos cabezazos con los muros de nuestras limitaciones, si es que no nos hemos propuesto vivir en la comodidad estancada de siempre lo mismo. Que al final, eso de ir un poco más lejos no es algo que te propongas de forma consciente, sino lo que todo artista quiere en el fondo, antes de que el cronómetro marque cero.
Al final, se trata de encontrar algo que nos atraiga, que esté deseando salir y que lo haga por ese sitio que se encuentra tras el muro, un poco más allá del límite de nuestras posibilidades. Ese es un lugar difícil de definir, que parece al alcance de la mano, pero en realidad no lo está y no hemos podido dominar del todo…
¿Saldrá? ¿Derribaremos la pared? A veces sí y muchas no, pero supongo que siempre habremos aprendido algo o, como también dijo Cage en una entrevista cuando le preguntaron si creía que todo acababa siendo para bien:
No sé si para bien, pero todo acaba siendo de alguna manera.
Así que, si preguntan que a qué se dedica el artista cuando está delante de su arte, creo que podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que a darnos cabezazos contra la pared que siempre tendremos enfrente.
De una forma u otra, todo el que se ha encomendado a su arte de una forma mínimamente seria se reconoce en esa sensación.
Ahora mismo, por ejemplo, estoy embarcado en otra locura literaria con el escritor Santiago Eximeno, 12 cuentos para los 12 meses de este año, con una relación entre ellos, y lo cierto es que, mientras que los dos primeros han sido un parto más o menos indoloro, se me atraganta el tercero y me encuentro dándome contra esa pared, como me encuentro en realidad cada vez que me siento a escribir lo que sea, incluyendo esto.