El desconocimiento de lo que sucederá

El desconocimiento de lo que sucederá

Hoy, antes de lo habitual, comentar que he sido finalista en el clásico certamen Bruma Negra de relato de género negro con el cuento «La muerte de mamá». Este ha sido publicado en la revista Calibre 38 y se puede leer, junto al ganador y resto de finalistas, en esta página.

Comentado eso, que me dicen que diga más a menudo cuando sucede, vamos con lo de siempre.

Una vez, hace no demasiado, alguien me preguntó algo así como si yo era escritor de brújula o mapa. No tenía ni idea de a qué se refería, la verdad. Creo que se refiere a planificar o no, no lo sé, tampoco me importa, lo confieso.

Lo que sí sé son dos cosas.

Una, que coincido cuando la cineasta y documentalista belga Chantal Akerman dijo:

Cuando hago un documental, quiero empezar sin ideas, sin saber nada. Simplemente, estando ahí como una esponja. Cuando la gente me pregunta: “¿Qué vas a hacer?”. Yo digo: “No lo sé”. Y es verdad. Si empiezas sin ideas, algo sucede, algo sutil, menos blanco y negro y más abierto al mundo, algo particularmente evocador.

Los que lleven más tiempo por aquí, es probable que me hayan leído en alguna ocasión que, para mí, la escritura se revela a sí misma y que, hasta que no te pones, no sabes lo que ocurrirá. Buena suerte encorsetando al arte, no se me ocurre nada bueno que haya podido surgir de eso.

Ackerman lo verbalizó mejor que yo cuando también dijo:

La obra tiene que venir de algún lugar que sea mitad consciente, mitad inconsciente. Si es totalmente consciente, está muerta. Y, de nuevo, la inconsciencia saca a la luz algo que no esperabas, que suele ser la riqueza de la obra.

Eso se debe, en mi opinión, a la segunda cosa que también he dicho alguna vez: que escribir es pensar.

Pensar de otra forma a la habitual, pero pensar. Por eso, hasta que no trabajas, no puedes pensar de la manera correcta la historia y esta no toma forma y, sobre todo, no toma vida.

No creo en enjaular esa vida, creo en guiarla, pero no en ponerle rienda y ojeras, me parecería terrible.

No estoy diciendo que esto sea lo mejor o lo peor, es solo lo que creo, lo que pienso que permite que surjan las emociones, las sorpresas, el sentido de maravilla, la exploración que es escribir. Es escribir sin saber qué sucederá.

Y que también es lo que hace surgir la emoción necesaria. Que la historia se convierte en aquel golem mitológico al que las palabras adecuadas le daban la vida. Pero hasta que no las escribas, da igual lo demás, es solo materia inerte.