¿Cuándo te consideras escritor?

¿Cuándo te consideras escritor?

Hoy sólo tengo una pregunta: ¿Cuándo se considera uno escritor?

Porque esta parece la profesión de Schrödinger, donde eres escritor y no lo eres, donde te sientes escritor y no lo eres, donde eres escritor y no lo sientes.

Hay pocos dilemas cuando se trata de economistas, bomberos, obreros o cualquier otra profesión que no tenga que ver con el arte. Lo eres o no lo eres. O lo fuiste una vez, pero, incluso en el caso de que no lo seas ahora, porque cambiaste de oficio o te jubilaste ya, no hay sombra de duda. Es lo que te define porque este mundo es tan mediocre que cuando te preguntan quién eres, respondes en qué trabajas.

Ese es el nivel de la obra que representamos.

Con el escritor también ocurre que, si lo deja, ya no es escritor y a pocos (ninguno) he oído decir que lo fueron y ya no, como fueron conductores de camión y ya no.

Así que tengo esa duda genuina: ¿Cuándo considera uno (y los demás) que es escritor?

¿Cuando escribe? ¿Cuando te publican? ¿Cuando ganas premios?

De una manera u otra, he tenido y sigo teniendo todo eso y no digo que soy escritor ante los que me rodean o conocen. De hecho, mientras algunos no paran de hablar de su libro, aunque no lo hayan escrito siquiera, yo hago esfuerzos activos por pasar página rápidamente, si surge mi escritura en la conversación.

Las razones quedan entre el terapeuta que nunca he tenido y yo, pero resulta un mar en el que no nado solo. Muchos dudan en llamarse escritores y creo que se debe a que lo dirían con seguridad (y los demás también) cuando vivieran de ello.

Cuando comieran de ello.

Que yo también vivo de escribir, ahora que lo pienso, solo que no mi ficción, que entre premios y regalías me da al año, como mucho, para mi obsesión con teclados mecánicos y dispositivos de escritura, y no siempre.

Así que supongo que hay que poner la coletilla: cuando vives de escribir tu ficción (o tu ensayo si te dedicas a ello) serías escritor. O, al menos, puedes decir que eres escritor sin poner la boca pequeña.

Sin embargo, las historias dicen lo contrario y ellas son lo más importante.

Las historias hablan del escritor hambriento, el escritor que no cede y no está a la venta, el escritor que no camina al compás de las listas de best-sellers y las mesas de novedades en El Corte Inglés.

El verdadero escritor es la raza pura que sólo responde ante el arte y no el patrón.

Así que, pensándolo bien, habría que desterrar esa noción como definición de escritor y vuelta a la casilla de salida.

Al final, creo que todo el que escribe tiene derecho a llamarse así, porque en realidad da igual. Nos encanta otorgarle demasiada importancia a la escritura y lo que hacemos, pero no la tiene.