La escritura y las relaciones

La escritura y las relaciones

La escritura es como una relación: la pasión del principio, los sueños de futuro, todo el viento de la ilusión en las velas cuando empiezas y los cuentos que te contaron de aquellos a los les salió bien esta apuesta sin sentido.

Que esos son «ganadores de lotería», pero así son los protagonistas de casi todas las historias que vemos, leemos y escuchamos, anomalías.

Al fin y al cabo, las personas normales y nuestros lunes aburridos ya son lo que vivimos, no necesitamos más dosis.

Por eso, las historias siempre hablan de esos fenómenos poco frecuentes, porque son los más emocionales. También ocurre cuando quieren moldear nuestra opinión, se nos cuentan historias excepcionales que, por naturaleza y definición, son las que llaman nuestra atención y la mantienen.

Pero ese es otro tema.

Tras los comienzos apasionados, la escritura —la relación—, se abandona la mayoría de las veces porque así son el amor y las personas que lo profesamos.

Y si permaneces al lado del arte condenado a la derrota, la cosa ha de cambiar, claro. Porque ya no eres tan joven como al principio y porque lo que no cambia, muere.

Y, a veces, si perduras, recuperas en ocasiones esos momentos de pasión y no hay nada como hacerle el amor a quien quieres.

Como pasa también con las relaciones, escribir es un trabajo. Pero no lo digo en el mal sentido de lo que hago para pagar facturas, sino en el de que es necesario un esfuerzo que construirá algo mejor. Sacrificar o sudar un poco ahora, para tener algo en el futuro que compensa con creces.

Y al final, con lo anterior y un poco de suerte (que es lo más importante en la escritura y en la vida), puede que tengas una compañera hasta el final y la vida no sea un asunto tan solitario. Paradójicamente, porque tienes a la escritura, que en sí es una actividad que solo puede hacerse en soledad.

Pero si al final nos negamos a cambiar, sólo somos de los que anhelan los principios apasionados y no evolucionamos, no extraeremos todo lo posible de algo tan complejo.

Que hablo de la escritura, pero a lo mejor también de todo lo demás, las relaciones y la vida en general.

Cuidado con el calor, el hechizo de los comienzos fogosos y el peligro de contar las mismas historias de idéntica manera.