Lo que te dé la gana

Lo que te dé la gana

Durante todos estos años escribiendo en la web, el programa de analíticas y visitas me ha mostrado que hay temas que interesan mucho más que otros. Cuando hablo de publicación, o técnicas y consejos de escritura (si es que eso último es posible), los contenidos se han compartido y visitado mucho más que el resto, según los gráficos y cifras.

Así que quité el programa de analíticas y ya no miro nada.

No porque quiera aparentar que no me importa, sino por todo lo contrario. Yo, como el resto de escritores, no puedo resistir el canto de sirena de la aprobación de los demás. Casi todos empezamos a escribir por eso y, si tenemos el poco de suerte que hace falta, el tiempo hace que caiga como los dientes de leche y escribimos por los motivos correctos.

Pero como yo, igual que Wilde, puedo resistirlo todo, menos la tentación, me olvidé de analíticas, visitas y temas, y decidí que este fuera un espacio de libertad donde escribir lo que me diera la gana. Más que nada, porque esa es la clave para que no acabe como la mayoría de páginas de otros escritores que veo por ahí, languideciendo tras un esfuerzo por pensar «sobre qué escribir que interese y traiga visitas», hasta que la quemazón hace que los contenidos se vayan espaciando y la página se cierra o abandona.

Yo no sé los demás, pero, para mí, escribir es un acto de libertad y un refugio, y me parece difícil ser libre cumpliendo los deseos de otros y yendo al paso que marcan analíticas y visitas. Hay quien promete que es el camino al éxito, pero yo sólo veo quemazón y la manía actual de que todo sea rentable, un negocio, algo que únicamente tiene sentido si este es práctico.

Es importante mercantilizar hasta la última cosa, que siempre recuerdo lo primero que me dijeron cuando publiqué por primera vez hace tanto tiempo: «¿Y con esto se gana mucho?».

En serio, lo primero.

Con esa mentalidad, ganas odiar lo que amas, es la misma que la de los padres que explotan a sus hijos por likes en las redes, tú también ves la escritura como algo con lo que obtener aprobación o dinero, no como un fin en sí misma. Que es imposible no querer que te lean y no querer gustar y no querer comer, ya lo sé, pero cuando nadie está mirando, te atreves a bailar como siempre quisiste y seguro que a muchos les parecería ridículo si te vieran o leyeran, pero también experimentas algo al alcance de muy pocos: un pedazo de libertad y la sensación de estar haciendo, por una vez, justo lo que quieres hacer y nada más.

Eso, y que así no tienes que estar pensando qué debes escribir cada semana para mejorar el magro régimen de visitas. Sobran los temas cuando no te preocupa el qué dirán, porque estás pensando en expresar lo que llevas dentro y no en qué pensarán los demás sobre lo que estás escribiendo. El deseo de agradar mata el deseo de escribir.

Eso, y que muchos escritores lo han dejado claro, si quieres que merezca la pena, has de escribir lo incómodo, lo que temes, has de escribir desnudo para hacerlo bien. Has de escribir, en definitiva, como si nadie te fuera a leer. Pero cogemos la noción correcta y le damos la vuelta y así no es raro que nos sintamos secos a la hora de escribir. En realidad, nos sentimos atrapados.