La noche no era tan suave

La noche no era tan suave

Demasiado tiempo sin recibir correspondencia en este lugar, así que vuelve con la que, probablemente, es LA carta.

En 1934, tras nueve años sumido en sus adicciones, y después del enorme éxito de El gran Gatsby, Scott Fitzgerald había terminado su nueva novela, Suave es la noche. Con la inseguridad que caracteriza a los mejores, el escritor le envío el manuscrito a su viejo amigo Hemingway para que le diera su opinión.

Y vaya si se la dio.

Recibió una carta como respuesta que tiene incrustadas algunas de las mejores gemas sobre escritura que se pueden encontrar. La traducción es difícil, teniendo en cuenta el particular uso (o mejor dicho, no uso) de las comas de Hemingway, el hecho de que hablan familiarmente de situaciones y personas que ellos conocen y nosotros no, así como la manera de escribir de aquella época y aquellos autores.

Pero he aquí la carta en español y tratando de respetarla lo mejor posible. He convertido los paréntesis de Hemingway en rayas y añadido contexto entre paréntesis en unos pocos lugares, para que se entienda mejor.

Key West 28 de mayo de 1934

Estimado Scott:

Me gustó y no. Comenzó con esa maravillosa descripción de Sara y Gerald —maldita sea, Dos (Passos) se llevó la novela y no puedo referirme a ella, así que, si cometo algún error…—. Entonces empezaste a hacer el tonto con ellos, haciéndolos venir de cosas de las que no venían, transformándolos en otras personas, y no puedes hacer eso, Scott. Si tomas personas reales y escribes sobre ellas, no puedes darles otros padres distintos de los que tienen —son hechos por sus padres y lo que les sucede—, no puedes obligarlos a hacer algo que no harían. Puedes traerte (a la historia) a ti, a mí, a Zelda, a Pauline, a Hadley, a Sara o a Gerald, pero tienes que mantenerlos iguales y solo puedes hacer que hagan lo que ellos harían. No puedes hacer que uno sea otro. La invención es lo mejor, pero no se puede inventar nada que no sucedería realmente.

Eso es lo que se supone que debemos hacer cuando estamos en nuestro mejor momento, inventarlo todo, pero inventarlo tan verdaderamente, que ocurrirá como escribimos.

Maldita sea, te tomaste libertades con el pasado y el futuro de las personas, lo cual no produjo personas, sino historias de casos maravillosamente falsificadas. Tú, que puedes escribir mejor que nadie, que eres tan descuidado con el talento que tienes que… al diablo. Scott, por el amor de Dios, escribe y escribe verazmente sin importar a quién o qué duela, pero no hagas estos compromisos tontos. Podrías escribir un buen libro sobre Gerald y Sara, por ejemplo, si supieras lo suficiente sobre ellos y no tuvieran ningún sentimiento, excepto pasajero, siempre que eso fuera la verdad.

Había lugares maravillosos y nadie más, ni ninguno de los chicos, puede escribir uno que sea ni la mitad de bueno de lo que sale de ti, pero has hecho demasiadas malditas trampas en este. Y no necesitas hacerlas.

En primer lugar, siempre he afirmado que no puedes pensar. De acuerdo, admitiremos que puedes pensar. Pero digamos que no puedes; entonces deberías escribir, inventar a partir de lo que sabes y mantener coherentes los antecedentes de la gente. En segundo lugar, hace tiempo que dejaste de escuchar nada, salvo las respuestas a tus propias preguntas. También tenías cosas buenas que no hacían falta. Eso es lo que seca a un escritor —todos nos secamos, no es un insulto personal hacia ti—, no escuchar. De ahí viene todo. Ver, escuchar. Ves bastante bien. Pero dejas de escuchar.

(El libro) Es mucho mejor de lo que digo, pero no es tan bueno como lo que eres capaz de hacer.

Puedes estudiar a Clausewitz en el campo de batalla y Economía y Psicología y nada más te hará ningún bien una vez que estés escribiendo. Somos como pésimos malditos acróbatas, pero hacemos algunos saltos muy buenos, Bo (apelativo cariñoso hacia Fitzgerald), y ellos tienen a todos esos otros acróbatas que no saltan.

Por el amor de Dios, escribe y no te preocupes por lo que dirán los chicos, ni si será una obra maestra, ni nada. Escribo una página de obra maestra por cada noventa y una páginas de mierda. Intento tirar la mierda a la papelera. Sientes que tienes que publicar basura para ganar dinero, para vivir y dejar vivir. Está bien, pero si escribes lo suficiente y lo mejor que puedes, tendrás de todos modos la misma cantidad de material que sea obra maestra —como decimos en Yale—. No se puede pensar lo suficientemente bien como para sentarte y escribir una obra maestra deliberada y, si pudieras deshacerte de Seldes y de esos tipos que casi te arruinan, y sacarlos de tu vida lo mejor que puedas, dejando que los espectadores griten cuando es bueno y aúllen cuando no lo es, estarás bien.

Olvida tu tragedia personal. Todos estamos jodidos desde el principio y, sobre todo, tiene que dolerte como un demonio antes de poder escribir en serio. Pero cuando tengas el maldito dolor, úsalo, no hagas trampas con él. Sé tan fiel a él como un científico, pero no creas que algo tiene importancia sólo porque te ocurra a ti o a alguien que te pertenezca.

A estas alturas, no te culparía si estallaras contra mí. Jesús, es maravilloso decirle a otra gente cómo escribir, vivir, morir, etc.

Me gustaría verte y hablar contigo sobrio. Apestabas de tal maldita manera en nueva York, que no llegamos a ninguna parte. Verás, Bo, no eres un personaje trágico. Yo tampoco. Todo lo que somos es escritores y lo que debemos hacer es escribir. Necesitabas disciplina en tu trabajo más que la mayoría de personas en la Tierra y, en cambio, te casas con alguien que tiene celos de tu trabajo, quiere competir contigo y te arruina. No es tan simple como eso y pensé que Zelda estaba loca la primera vez que la conocí y lo complicaste, aún más, al estar enamorado de ella y, por supuesto, eres un borrachín. Sin embargo, no eres más borrachín que Joyce y la mayoría de los buenos escritores lo son. Pero Scott, los buenos escritores siempre regresan. Siempre. Eres el doble de bueno ahora que en el momento en que creías que eras tan maravilloso. Sabes que nunca pensé que Gatsby fuera gran cosa. Ahora puedes escribir el doble de bien. Todo lo que necesitas es hacerlo con sinceridad y no preocuparte por el destino de lo que hagas.

Ve y escribe.

En fin, te tengo un enorme y maldito cariño y me gustaría tener la oportunidad de hablar de vez en cuando. Tuvimos buenos momentos conversando. ¿Recuerdas a ese tipo al que fuimos a ver morir en Neuilly? Estuvo aquí este invierno. Maldito buen tipo, Canby Chambers. Vi bastante a Dos. Ahora está en buena forma y el año pasado por estas fechas estaba bastante enfermo. ¿Cómo están Scotty y Zelda? Pauline te manda saludos. Todos estamos bien. Se va a Piggott un par de semanas con Patrick. Luego traerá a Bumby de vuelta. Tenemos un buen barco. Estoy escribiendo una historia muy larga. Difícil de escribir.

Siempre tu amigo.

Ernest